
Si la felicidad es un estado mental, como dice el dicho, entonces la alegría puede ser la energía que surge de la realización plena. La alegría puede ser difícil de describir, pero solemos reconocerla cuando la sentimos o cuando vemos que a alguien se le ilumina la cara. La alegría implica sentir una fuerte emoción positiva, como una chispa de asombro o gratitud, en respuesta a circunstancias externas o internas. Puede proceder de una fuerza externa, como cuando un niño nos sonríe o vemos un atardecer de colores vivos en el horizonte, o de una fuente interna, como cuando pensamos en nuestros recuerdos o nuestros valores.
Independientemente del origen, la alegría se manifiesta con mayor frecuencia cuando nos abrimos y vivimos de manera consciente y plena en el presente. Cuanto más conscientes seamos, más podremos cultivar la alegría en los momentos cotidianos, como cuando lavamos los platos u observamos pájaros o flores por la ventana. De hecho, normalmente, los pequeños momentos de alegría nos despiertan mayores sentimientos de alegría.
El optimismo aumenta la probabilidad de que una persona elija comportamientos saludables relacionados con sus objetivos de bienestar, como por ejemplo comer más alimentos ricos en nutrientes o aumentar los niveles de actividad física.
Disfruta de ser quién eres y tómate tu tiempo para reflexionar orgullosamente sobre las formas en que tu historia avanza a medida que creces y enfrentas los desafíos de la vida. Obtén alegría mientras tratas de evocar sentimientos de gratitud, usa tus habilidades para fortalecer a quienes te rodean o reflexiona sobre tus propias bendiciones. Todos experimentamos la alegría de forma diferente, pero siempre se requiere tomarse las cosas con más calma, dedicar un momento para reflexionar o ser amable, apreciar las cosas especiales y comunes del día a día y disfrutar de encuentros inesperados con orgullo, asombro y gratitud.